No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás.
(A. Machado)
Recuerda a otro versos (poco) anteriores, que me marcaron;
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
La ida, recurrente, del amor como idealización, interna por tanto al sujeto, ilusión tan solo de conocer al amado, aún sin pretender ser teórica, ni metafísica, asusta, y tiene mucho de real. Pero, si es así, o, en mayor o menor medida lo es, el amor no es más que una quimera, un engaño a la razón, que hace aparecer frente a uno, lo que necesita el subconsciente. Qué y por qué necesita el subconsciente de un complemento, no deja de tener su complejidad y su sinergia cultural-evolutiva. Quizás con los años, y el declive de las oleadas de hormonas cegadoras, el amor deja de ser el espejismo que creyeron ver nuestros cansados ojos, y Matrix se desvanezca dejando paso a la gris realidad, de saber que tenemos frente a nosotros a un desconocido que no satisface nuestra onanista y narcisista necesidad de amar a un doble que supla lo que no tenemos.
Así pues, solo queda una pregunta... ¿dejarnos mecer por la física y la química o... la pastilla roja? ;)
Para mí, las sensaciones que produce el amor no dejan de ser química. Esa es la realidad más amarga.
ResponderEliminarPero tanto esos sentimientos como todo lo que se vive por ellos, forma parte de las experiencias que marcan nuestra vida.
El amor es un modo de vida, como lo puede ser vivir de forma austera o nómada.
Curiosa entrada.